Así que un buen día asumí que podría ganar dinero fabricando yo mismo algún producto usando los recursos que tuviera a la mano y depender lo menos posible de cadenas de suministro o de improvisaciones circunstanciales, y que mejor opción que aquel pasatiempo de juntar monos y jugar con ellos, omitiendo necesariamente la parte de jugar con ellos para ganar dinero. Y quién sabe si las cosas salían bien tal vez hasta podría vivir de eso. Claramente no he sido un gran estratega empresarial pero aquí estamos.
En mi trayectoria creativa he iterado en muchas técnicas y "no tan técnicas", pero por lo general el principio que me saca del enajenamiento y me lleva a tratar nuevas soluciones a uno de los grandes problemas que enfrenta un pobretón como yo sin ingeniería es: diseñar un proceso de producción eficiente. Pues bien, los tiempos fueron los indicados para toparme con la impresión 3d. Yo estaba alucinado viendo en internet las primeras makerbot y sin haber terminado la carrera me saqué a crédito una, en esa época incursionar en eso era carísimo y experimental, lo cual demuestra que yo suelo ser más entusiasta que prudente cuando me rebasan las ilusiones, pero eso sí: perseverante (u obsesivo según el punto de vista).
Y es precisamente aquí donde la memoria, la pasión y las marcas de la infancia se intersectaron con el tiempo. Un día paseando por las calles de la red, viendo los escaparates de los "tianguis" online, vi varios blackbird de toybiz, también vi las versiones en apariencia más elegantemente diseñados, y me dije -Si tan solo no estuviera tan desproporcionado... como me gustaría volver a tener en mis manos algo así- pero mi pensamiento con su inercia habitual, no se detuvo mientras yo seguía navegando por los pasillos de las tiendas online sin un centavo en la bolsa. De pronto me encontré recopilando imágenes de referencia de los blackbird de toy biz, sumé también referencias de arte conceptual, ilustraciones variadas y referencias de aviones reales. Pasaron un par de años en los que ocasionalmente sumaba material a carpetas de referencia y al mismo tiempo intentaba modelar en solidworks algo remotamente parecido al juguete ideal. Diseños en los que trabajaba unas horas a la semanas y que eventualmente descartaba.
Un día un usuario en facebook, mencionó en una interacción que le gustaría tener un x-jet para sus figuras 3.75 como el que un usuario estadounidense había impreso para marvel legends. Por años había tenido en mi radar el trabajo de customizadores y otros makers para sumar sus resultados a mi lista de referencias y aquel post no era algo nuevo para mi. Unos días después se me mencionó en dicho post. Un cliente que solía hacerme encargos variados me recomendó ante el primer usuario que mencioné para que me pidiera que le hiciera un x-jet. Yo había arado la tierra por años, la había fertilizado pero aquel era un clima seco, el clima de mi falta de recursos, de tiempo para desarrollar un proyecto personal, de dinero para mantener a mi familia mientras me embarcaba en un proyecto que yo había evaluado ambicioso y tardado. Y ahí estaba, viendo al fin la lluvia caer sobre mi campo, la idea fue hacer una especia de mecenazgo y juntar a tres personas que quisieran invertir con sus anticipos en el proyecto, el tiempo estimado era de unos seis meses a un año.
Se juntaron a los 3 mecenas y la obsesión infantil se volvió el proyecto de un adulto.
Estaba loco, a pesar de que el diseño en solidworks tomó solo un mes en darse por terminado, la impresión de tantas piezas era otra historia cuando el mayor el problema era el tamaño de la cama de impresión de mi humilde anycubic mega, luego estaba el ABS y las complicaciones asociadas a imprimir con él, piezas que se torcían y que tenía que reparar o esculpir a mano... una sola nave no se pudo terminar en el transcurso de un año, sin embargo los cientos de piezas de los tres aviones ya estaban impresas. Avanzaba en lo que podía mientras mi esposa, una de las únicas personas que me conocen que me ha tenido alguna fe, se las veía negras lijando con la herramienta rotatoria piezas minúsculas y frágiles.
El miedo, ese invitado que un buen día decido quedarse a vivir en la trastienda de mi mente por tiempo indefinido, estaba activo y a sus anchas, torturándome no solo con mis expectativas sino también con las de mis clientes. No diseñaba una blackbird para ellos, no, diseñaba un jet de los hombres que fuera un playset y un artículo del cual un coleccionista se pudiera sentir orgulloso de mostrar a snobs coleccionistas de hot toys... fallar era un riesgo en cada paso, en cada proceso, y cada paso era en una dirección en la que no había estado antes. Y en cada paso veía el pasado decirme que aquello no podía ser una caja de zapatos.
Cuando finalmente terminamos el primer vehículo descubrí un par de fallos de diseño que se manifestaban si el usuario era descuidado y usaba el vehículo como bastón. Al diseñar cada parte, uno de los criterios era que si una pieza era estructural tenía que ser más como un soporte o esqueleto lo que daba lugar a que las capas de fuselaje sobre ellas no tuvieran soporte en todas partes, por lo tanto, los escapes de las turbinas si eran presionados con mucha fuerza contra el cuerpo de la nave y contra una mesa o el piso, terminaban cediendo y rompiendo algunas partes del encastre donde se introducían. Ya no podía regresar al diseño, no después de casi 2 años de producción y con clientes que tuvieron la paciencia de un santo y por esto mismo tampoco podía entregar algo así, mi primera opción fue hacer un manual con advertencias claras sobre las vulnerabilidades del diseño, y luego reforzar con nuevas piezas añadidas esas zonas con debilidad. Pero para entonces la primera nave ya se había marchado con FEDEX... Por nuestra parte, seguimos ensamblando las dos naves que faltan. Esperamos estar entregándolas antes de que termine el 2025.
Quisiera que esta fuera una historia con un final más inspirador, pero la verdad yo mismo siento que aunque logré cumplir esta meta y enfrentar una hérida de mi infancia, no puedo disfrutarlo como hubiera deseado, en su momento sí, fue emocionante y satisfactorio pero ahora, después de ver el saldo de todo el tiempo perdido, el descontento del cliente, pienso que esto es un intento fallido más pero por lo menos uno que ya no puede herirme porque ahora entiendo que hago lo que puedo con lo que tengo.






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