El Segundo Intento
Al
tener el material en mano, lo primero que hice fue cortar y pegar todas las barras
de cartón cascarón que servirán como castillos y cadenas para construir un esqueleto y
montar sobre el los paneles de cartón cascarón. De esta manera obtendría un
resultado más limpio y según yo con menos trabajo.
Recordé como los albañiles construían las casas y como mi papá montaba paneles de madera sobre perfiles de herrería para acabar las cocinetas que elaboraba, el no se dedicaba a eso pero sabía hacer muchas cosas y me gustaba estar alrededor mientras trabajaba.
Dividí el proyecto en dos etapas, la primera se
trataba de hacer solo el frente como un modulo independiente de la segunda etapa, la parte trasera, pues como se aprecia en la imagen, el plan era hacer toda la mansión.
Esta vez no usaría cola, gracias a la sugerencia de la novia (hoy ex-esposa, de nada por el dato) uno de mis hermanos había descubierto el "silicón" o más apropiadamente: "pegamento termo-fusible". Por su parte, una tía se había encargado de hacerme el gran favor de conseguirme una bolsa enorme de barritas de pegamento a muy buen precio, ya que ella hacia recuerditos para bautizos y otras manualidades y probablemente estaba muy bien conectada y tenía influencias...
Esta gran innovación me permitía pegar rápidamente y avanzar mucho más rápido, no solo descubrí el potencial del material para rellenar juntas, sino que entendí que ser impaciente te puede dejar feas quemaduras y que es mejor dejar que se enfríe una vez que ya te quemó la piel antes de intentar quitártelo. Aquí inicia la "Era del Silicón" (como "el Renacimiento" pero con barritas de pegamento)
No cabe duda que fue un gran avance en muchos sentidos.
Abandoné el proyecto al decepcionarme porque el cartón cascarón era demasiado delgado y me daba la impresión de que al ser una estructura tan grande, un material más grueso la beneficiaría endetalle y sería más fácil de almacenar sin el riesgo de que se deteriorara o rompiera, a esas alturas reforzarlo hubiera sido un trabajo extra que no estaba contemplado en mis planes y que terminaría por restarle espacio interior.
Las fotos que tengo de ese proyecto ni siquiera son mías, las tomó mi hermano el psicólogo. Quien secretamente admiraba mi trabajo y al parecer se sentía orgulloso de mostrarlo sin que yo supiera. Recordemos que en esa época, eso de los teléfonos inteligentes era algo todavía distante. A mi no me pasaba por la mente andar enseñando mis proyectos que eran son hasta cierto punto personales.
Un buen día después de mucho tiempo la rompí y la tire a la basura. Estructuralmente era muy fuerte gracias a los prismas que constituían su esqueleto.
Continuará...
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